La negociación no es “justa”. Es poder.

Conviene decirlo sin rodeos: no existe una negociación “justa” por defecto. No es una mesa neutral donde dos partes intercambian razones y, al final, gana lo razonable. La negociación colectiva es un pulso de poder. Y la Dirección entra en ese pulso con ventaja estructural.

La Dirección no negocia solo con argumentos. Negocia con recursos, tiempos, asesorías, narrativa, jerarquía, incentivos, miedo y desgaste. Parte de máximos porque sabe que obligarte a discutir desde ahí ya es un triunfo: te empujan a defender lo que ya era tuyo como si fuese una concesión. Y mientras tanto construyen el relato: “esto no avanza por culpa del Comité”. Es un mecanismo clásico: convertir la resistencia en obstáculo y el recorte en “modernización”.

Por eso conviene abandonar de una vez la fantasía de la “negociación justa”. No hay árbitro imparcial. Esto no es un debate académico ni un concurso de argumentos: es un pulso. Y en un pulso, gana quien sostiene más, quien tiene más manos, quien no se queda solo.

Si no consiguen imponer su posición por la vía directa, lo intentan por la vía lenta: estirar reuniones, diluir derechos, agotar energías, sembrar dudas, dividir conversaciones. Todo eso no es un “fallo del proceso”; es el proceso tal y como lo entienden quienes mandan.

Por eso, una rectificación puntual o un cambio de tono no debe confundirse con un cambio de lógica. Puede abrir una ventana, sí. Pero la pregunta real siempre es la misma: ¿qué hay en el texto? ¿Qué se mantiene? ¿Qué se recorta? ¿Qué se deja ambiguo para recortarlo después? ¿Qué se promete hoy para desactivarlo mañana por falta de aplicación?

No estamos ante un intercambio académico. Estamos ante una disputa sobre condiciones de trabajo, tiempo de vida, derechos y seguridad. Y en esa disputa, la Dirección usará lo que tenga a mano para acercar el resultado a sus intereses.

La Dirección juega a largo plazo: estirar plazos, diluir derechos, convertir cada mejora en “coste”, y cada derecho en “concesión”. Si no consiguen imponerse por argumentos, lo intentan por agotamiento. Si no pueden dividir por razones, dividen por rumores. Si no pueden ganar por mayoría, intentan ganar por silencio.

Si queremos que la negociación deje de ser un tablero inclinado, hace falta algo muy concreto: plantilla organizada. Eso significa presencia, información y compromiso. Nadie va a regalarnos una negociación “justa”. Pero podemos construir una correlación de fuerzas que haga costoso recortar derechos y necesario mejorar condiciones.

El Comité puede abrir puertas. Quien las cruza es la plantilla.

Por Monico Malatesta

Rebelde y valiente, Malatesta siempre ha luchado por sus derechos y se ha opuesto a cualquier forma de poder. De pluma afilada, tiene una gran habilidad para analizar los acontecimientos y para pelar plátanos.

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